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viernes, 15 de junio de 2018

MITOS, LEYENDAS Y VERDADES SOBRE EL PREDADOR DEL OCÉANO, EL TIBURÓN. (por Eduardo F. Cañueto)

El tiburón es uno de los animales, que a la hora de generar un ranking, en cuanto a su peligrosidad, o de generar un sentimiento negativo en lo seres humanos con la posibilidad de ser devorado por un predador, sin ninguna duda, sube al podio en los primeros puestos. Pero este sentimiento o sensación de amenaza que tiene el hombre de ser devorado por un tiburón, viene arrastrado un poco por nuestras tradiciones culturales, y otro tanto por la ficción llevada a la pantalla grande, más que por verdaderos ataques en el mundo. De hecho existen en el mundo,  animales mucho más peligrosos, que provocan muchas más muertes de seres humanos que los tiburones, a los que no les tenemos tanto miedo, por ejemplo el mosquito. Estadísticamente por cada un millón y medio de personas que podrían morir por causa del mosquito en el mundo, potencialmente podría morir por causa del tiburón aproximadamente 10 personas. La diferencia es abismal, pero sin embargo el tiburón genera mucho más miedo. Claro, parece que la idea de poder aplastar con la mano un mosquito, nos da nosotros una suerte de superioridad en la escala de los seres vivos. Esto no ocurre obviamente con el tiburón y por lo tanto el hecho de presentarnos más vulnerables, posiblemente nos genere mucho más miedo. 
Desde la antigüedad, los tiburones eran considerados como seres demoníacos en el mar, que destruían todo lo que se encontraba a su paso o en su camino, es muy interesante leer en internet innumerable cantidad de mitos y leyendas, de diversas comunidades en el mundo sobre el terror y respeto que infundieron estos predadores oceánicos. 
La primera referencia histórica sobre estos animales, fue dada por Herodoto, nada más y nada menos a quien se lo considera como “el padre de la Historia”.  Herodoto fue un historiador que habito en la antigua Grecia entre los años 485-425 ac., y narra cómo los marinos persas, en una batalla cerca del monte de Athos, fueron derrotados y quedaron como náufragos a la propia suerte de ser devorados por demonios del mar. Otra referencia de estos predadores, la encontramos en el genio de Aristóteles, que vivió por los años 300 ac. . En el caso de este filósofo, hace algunas clasificaciones y refiere a estos animales sobre su reproducción interna, y contribuyo erróneamente que los tiburones debían girar, o avanzar con la aleta dorsal hacia abajo, para poder atacar mejor su presa o tragar mejor, debido a que su boca se encontraba escondida. Al respecto de este tema, sabemos que la realidad en cuanto a la boca, y movimientos de mandíbulas en el tiburón son otras, y detallaremos brevemente al final de este artículo, pero lo cierto que también este Aristóteles contribuyo a la creencia popular de un predador oceánico al que había que respetar mucho. 
Otro relato que también alimentó el conocimiento temeroso popular sobre los tiburones, lo encontramos en las sagradas escrituras, cuando Jonas, fue engullido por un monstruo marino, y luego vomitado en la orilla. Siempre se pensó que ese animal debiera haber sido una ballena, pero precisamente quienes tienen esta particularidad de engullir, y luego potencialmente mantener los alimentos en el estomago, es el tiburón. Por esa época, a la que refiere el relato bíblico, en el mar Mediterráneo habitaban muchos tiburones blancos, y existen muchos relatos de diferentes regiones del mundo, sobre tiburones blancos que vomitaron cuerpos humanos casi intactos. 
Sobre finales de la Edad Media, muchos artistas, basados en los relatos de los marinos, crearon figuras artísticas para retratar la fauna marina, y lo que generaba las mismas. Siempre con la idea de infundir el terror, muchas eran imágenes demoníacas con dientes de tiburones, o ataques de tiburones, pero sin ninguna duda alimentaron también el inconsciente colectivo sobre los tiburones. Ya los tiburones, no solamente eran máquinas de matar, sino que además, se tiño esa idea con cuestiones demoníacas, etc. 
Ya entrando en el Renacimiento, saliendo del oscuro y confuso medioevo, los tiburones comenzaron a tener atributos místicos utilizados para los guerreros, por ejemplo agregar dientes de tiburones en el puño de la espada, no solamente confería suerte, sino también una especie de poder. También, en la obra de Shakespeare “Macbeth”, cuenta como el personaje de la bruja, añade dientes de tiburones en la caldera, para dar una pizca de maldad en su pócima. 
Ya, en otro momento de la historia, mucho más reciente, en el período colonial, los marineros desarrollaron un verdadero odio por los tiburones. Sobrevivientes de naufragios, adornaban sus relatos con ataques de tiburones sanguinarios, por lo tanto ver un animal de estos, era signo de mal augurio en la navegación. Su captura implicaba una mezcla de deporte y venganza, el animal era mutilado, cortado en pedazos y arrojado al mar. La batalla ganada entre el pescador y el tiburón, era un presagio de buena suerte para la tripulación del barco, por si se cruzaban otros tiburones. 
Ya, con cuestiones más contemporáneas encontramos cientos de libros referidos a ataques de tiburones, sumando a películas taquilleras, etc., que sin ninguna duda contribuyeron a ese temor actual sobre los tiburones. Pero si bien es cierto de los ataques que ha habido en el mundo, también es cierto que somos todos herederos de esta tradición cultural que he manifestado, motivo por el cual, venimos magnificando todos nuestros relatos sobre tiburones. Es verdad que los tiburones son grandes predadores del océano, y que son máquinas de matar. Pero ¿qué es lo que matan? ¿Podemos hablar de matanza cuando esta especie se sabe mantiene el equilibrio de los ecosistemas marinos? ¿O bien será que la palabra “matanza” es un concepto demasiado humano tal vez para volcarlo a la naturaleza? 
Científicamente hablando, sabemos que los tiburones son los peces más antiguos del océano. Han resistido prácticamente todos los avatares de la evolución, y esta condición, en 400 millones de años, le ha permitido adaptarse al medio de la mejor forma para la supervivencia. Por ejemplo, algunas especies de tiburones pueden adaptarse al agua dulce o a cambios de salinidad; poseen entre 5 a 7 líneas branquiales a diferencia de todos los peces que poseen una sola; no tienen vejiga natatoria, pero si un gran hígado graso que los mantiene a flote; son un misil en el mar por tener una estructura hidrodinámica y poseer una aleta caudal grande otorgándoles ligereza, y destreza; al capturar su presa suelen perder dientes, pero los mismos se renuevan constantemente como si tuviera en su mandíbula una cinta transportadora que gira otorgando dientes nuevos; todos los seres vivos poseen un campo eléctrico y los tiburones lo pueden detectar, podríamos decir que este es un 6° sentido en el tiburón porque detecta los impulsos eléctricos de otros animales a la hora de cazar,
algunos como los tiburones martillos, pasan su cabeza muy cerca de la arena como si fuera un detector de metal, pero solamente para cazar peces escondidos; la visión es excepcional, no solamente ven de noche, porque tienen la capacidad de contraer o dilatar sus pupilas de acuerdo a la luz, sino que en aguas turbias bajan una especie de lente, llamada membrana nictitante, a modo de protección; con su olfato pueden identificar una presa herida a unas cuantas millas de distancia; poseen terminaciones nerviosas que le permiten identificar cambios termales en el agua, corrientes, y el más ligero movimiento; y sus oídos están conectados a su línea lateral, pudiendo escuchar sonidos de baja frecuencia en grandes profundidades.
Estas son algunas de las características generales de los tiburones, que viéndolo así, pareciera que es una especie inmune e indestructible. Pero sin embargo en estos momentos, es una especie amenazada en todo el mundo. Algunas comunidades de pescadores, sostienen que el tiburón es una amenaza para otras especies en el mar, por lo tanto hay que matarlos porque va en contra del negocio; aunque parezca mentira, todavía hay pescadores que sostienen que hay que matarlos porque son peligrosos para el hombre; también hay comunidades en el mundo que matan los tiburones solamente por sus aletas que son codiciadas gastronómicamente; otras comunidades comen íntegramente el tiburón; etc. etc., lo cierto es que esta combinación, actualmente ha alterado el mundo de los tiburones, y por consiguiente los ecosistemas marinos. Se sabe que los tiburones garantizan la diversidad de las especies en los océanos y mares, eliminando los débiles y enfermos, y a mantener un equilibrio entre los competidores. Sobre la incidencia favorable de los tiburones en mares y océanos podríamos escribir cientos de páginas. Actualmente hay muchos programas de investigación que avalan este concepto. 
En mi caso particular, trabajo como guía de pesca hace más de 30 años, puedo dar fe de la merma de tiburones en el mar. Durante muchos años fui partícipe de esta matanza de tiburones, quizás por herencia cultural, quizás porque era lo que veía hacer por otros pescadores, o bien por ser lo que me enseñaron, o bien para alimentar mi ego como pescador, no lo sé.  Tarde algunos años en darme cuenta que era una incongruencia lo que estaba haciendo, la mayoría de las personas, me contrataban como guía de pesca, para ir a matar un tiburón, por el solo hecho de lograr ese trofeo, una foto con el tiburón colgado, o hacerse acreedor de una mandíbula, etc. Por suerte la vida te da posibilidades para reivindicarte. Por ejemplo, una es esta misma, la de poder escribir para Caza y Pesca Perú mis experiencias para que otros no cometan los mismos errores, quizás algunos lean la nota y den cuenta de su propio error también. Otra posibilidad es que con un grupo de pescadores, nos comenzamos a reunir en el año 2005, y logramos junto con unos biólogos marinos, cambiar la reglamentación de la pesca deportiva del tiburón en la provincia de Buenos Aires en Argentina, y luego con los años se hizo extensible a otras provincias también. A partir del 2007 la pesca deportiva del tiburón en Argentina se puede realizar únicamente con devolución. Y por último, ya desde hace algunos años en Argentina se formo un grupo, junto con unos biólogos marinos, que se llama Conservar Tiburones en Argentina, donde algunos pescadores, entre los que me incluyo, pescamos los tiburones y les colocamos una marca en la aleta dorsal para su investigación. Solamente en esta última temporada, he podido marcar más de 50 ejemplares, y en pocos años comenzamos a ver más tiburones que antes. Algunas de estas medidas personales, sin ninguna duda han hecho que no quedara condenado en los errores del pasado, y mi perdón a la Naturaleza he querido que sea de la mano de la acción, que a mi modo de ver es actuando como debemos corregir las faltas para no quedar en el mero discurso. Por último, aprovecho para agradecer profundamente a esta editorial, que me permite todos los meses, poder expresarme libremente sobre lo que más me gusta que escribir entre otras cosas sobre pesca deportiva y el cuidado de los recursos naturales. 


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